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lunes, 6 de octubre de 2008

PROMOVER LECTURA EN LA UNIVERSIDAD

Al reflexionar acerca de la lectura en la experiencia venezolana, no se puede dejar de reconocer que en torno a ella existe de manera implícita una problemática, en la que se conjugan múltiples factores y matices que van desde los métodos de enseñanza de la lectoescritura, pasando por los diversos elementos que condicionan la actividad de la industria editorial, hasta llegar al analfabetismo funcional y a aspectos políticos, sociales, económicos e incluso ideológicos y culturales.
Sin embargo, cualquiera que sea el enfoque a través del cual se aborde el análisis de esta debilidad, se llega inevitablemente a la misma conclusión: somos un país pobre en lectores activos y la lectura sigue siendo privativa de un sector minoritario de nuestra población. La referencia no se hace a la alfabetización, sino que esta valiosa labor es una primera etapa del proceso de formación integral del individuo que debe continuarse con programas de fomento de la lectura en el ámbito de la educación, tanto formal como no formal, teniendo como punto de partida el placer por leer.
Como consecuencia de lo anterior, la mayoría de los estudiantes que ingresan en las universidades venezolanas se acercan a los libros sólo por compromiso académico, es decir, se hace uso de la lectura como una obligatoriedad del estudiante, estando éste consciente de que es una herramienta necesaria para poder aprobar las asignaturas, mas no como una manera de adquirir conocimientos y vivenciar placer.
Es necesario que los jóvenes disfruten leyendo cuentos, poemas, novelas y todo lo que esté relacionado con la imaginación, la fantasía y la experiencia interior. Acercarse a una literatura que les ayude a ampliar su experiencia y conocimiento de la vida, que les permita descubrirse a sí mismo, que les brinde la posibilidad de usar su lengua con mayor facilidad y enriquecer su escritura, permitirá que aumenten su imaginación y gocen leyendo textos que les sean afines a sus gustos y necesidades.
En Venezuela se han invertido grandes cantidades de dinero tratando de implantar métodos y técnicas de enseñanza/aprendizaje relacionados con la lectura. Sin embargo, gradualmente se ha ido adquiriendo la conciencia de que la lectura, más que la posibilidad de descifrar símbolos, es un esfuerzo que depende de numerosos factores personales, ambientales y que es un proceso que si se desea dé frutos, debe estimularse con cariño, constancia y durante mucho tiempo.
Domech, Rogero y Delgado (1994:45), señalan que:
Promover lectura significa entregar al pueblo el poder de la palabra. Acompañarlo en la experiencia de reconocer el valor de la lengua escrita como una acción social liberadora, capaz de transformar las perspectivas del pensamiento, la valoración y la construcción de nuevas maneras de abordar la realidad.

Leer, entonces, es recrear sentimientos, deseos, imágenes y pensamientos que se sintieron, se vieron, se imaginaron o se supieron un día distinto, en otro tiempo. Por la magia de la lectura se pueden comprender ideas, imaginar espacios, viajar en el tiempo, crear historias, entre otros.
Y es que, el gran lector, es finalmente, una persona con hambre, con fuerza y energía y -sobre todas las cosas- con fe y con esperanza.
En este sentido, el desarrollo social y económico que alcance un país, ofrecerá un futuro más alentador si la mayoría de la población está dispuesta a incluir en su vida, la lectura como una cotidianidad que induzca al desarrollo de una sociedad que lea.
Para lograr una población más informada, que pueda discurrir y formular juicios racionales, uno de los medios más eficaces es la lectura, ya que siendo este un proceso racional y teniendo una formación intelectual, puede sentar las bases para plantear análisis críticos y opiniones lógicas, es por ello que a través de la promoción y animación de la lectura son muchos los beneficios que el individuo puede adquirir.
Monserrat (1998) describe la animación a la lectura como un acto consciente realizado para producir un acercamiento afectivo e intelectual a un libro concreto, de forma que este contacto produzca una estimación genérica hacia los libros.
Pero, no es posible estimular a la lectura, cautivar nuevos lectores si no hay convencimiento y conciencia de la importancia de leer. La lectura se debe vivir como un acto permanente de enamoramiento entre el conocimiento y la información, si no se practica el placer de la convivencia con la lectura, no se logrará promoverla, ni ampliar el número de lectores.
Glenys Pérez

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